Pocas cosas en la vida son tan deliciosas como pasar tiempo en los jardines de París. El Jardin du Palais Royal, abierto todos los días, es un verdadero retiro del ajetreo y el bullicio del centro de la ciudad.

En sus alrededores, galerías con restaurantes (incluido el Grand Véfour), cafeterías, anticuarios, galerías de arte y tiendas de diseño.

Quien hoy pasea por el sereno jardín, no puede ni imaginarse que alguna vez fue un lugar de gran tumulto...

Un poco de historia...

El palacio fue construido para el cardenal Richelieu, quien eligió el sitio por su proximidad al Louvre y encargó el proyecto al arquitecto Lemercier (quien también fue el constructor de la Sorbona). Las obras se realizaron entre 1628 y 1642. Entonces, en su momento, recibió el nombre de “Palacio Cardenalicio”. Cuando el cardenal de Richelieu murió en 1642, legó la propiedad a la corona.

En 1643 Ana de Austria se trasladó allí con sus dos hijos, Luis XIV y Philippe d'Orleans.

En 1781, el duque de Orleans (Philippe), más tarde conocido como Philippe-Egalitié, encargó al arquitecto Victor Louis que ampliara el palacio y renovara el jardín, construyendo apartamentos sobre las arcadas en tres lados del jardín.

Con eso, Philippe-Egalitié abrió al público el Palais Royal Garden, pero... prohibió a la policía. El lugar, entonces, se convirtió en el lugar perfecto para encuentros de escritores, filósofos, intelectuales y artistas de todo tipo, además de brindar una gran libertad, hasta el punto de convertirse en el punto de encuentro más popular de la ciudad.

La obra se completó en 1784, pero para pagar la reconstrucción, el duque de Orleans se vio obligado a construir tiendas debajo de las arcadas para pagar el grandioso edificio con sus rentas. El éxito superó las expectativas: cafés, restaurantes, tiendas y también casas de prostitución (la policía estaba prohibida, ¿recuerdas?) hicieron del lugar un centro político y revolucionario.

El Jardin du Palais Royal era un lugar muy animado en 1789. La gente iba allí para enterarse de las últimas noticias y rumores políticos. Era un lugar de bebida, juego, discursos, discusiones y placer.

Dos días antes del episodio de la Bastilla, un joven abogado, cuyo nombre era Camille Desmoulins, pronunció un acalorado discurso que conmovió a las masas. Finalmente, gritó: “¡A las armas!”. y dos días después se tomó la Bastilla.

Con el final de la Revolución Francesa, el sitio se convirtió en patrimonio francés.

Se han hecho muchos cambios desde entonces, y hoy es un lugar perfecto para descansar, jugar con los niños o hacer un picnic.

A la entrada del Palacio,

un patio con las divertidas columnas y fuentes de bolas de Daniel Buren - Las esculturas de Pol Bury, donde los niños corren y juegan, están a la altura de su fama.